- Châteauneuf du Pape es una palabra que simboliza la garnacha por excelencia: ¿cómo explica esta relación especial?
Minoritaria antes de la crisis de la filoxera, la garnacha, en sus tres colores, es ahora la variedad mayoritaria en la denominación Châteauneuf-du-Pape. Es la columna vertebral de nuestros vinos que los estructura, los envuelve y les da una elegancia incomparable.
Si los últimos cuarenta años han visto aumentar la superficie de la Syrah, es ahora el momento de la diversificación con la revalorización de la Counoise, la Cinsault, la Vaccarèse... variedades de uva que habían sido descuidadas, por no decir olvidadas, pero que a principios del siglo XXI recuperan el protagonismo que les corresponde junto a la garnacha en un momento en el que el cambio climático obliga a reflexionar y a mirar hacia las próximas décadas.
Fresco y elegante en el noroeste de la denominación, donde el viento del Mistral sopla con fuerza, más cálido en el sur, donde el sol naciente inunda con su luz las laderas pedregosas... sedoso en las arenas, tánico en las mesetas, cada microclima de la ladera de Châteauneuf-du-Pape, unidad geográfica más que geológica, confirma una de las principales cualidades de la garnacha, su capacidad de revelar los terruños más que de expresarse de forma varietal.
Por esta razón, solemos decir aquí en Châteauneuf-du-Pape que nuestra riqueza reside en la increíble diversidad de los vinos que producimos. Y que no hay un estilo sino muchos estilos. ¿Qué puede ser más diferente que una cuvée elaborada con viñas viejas de garnacha y un "GSM típico" en el que un 20% de Syrah y un 5% de Monastrell complementan una fuerte base de garnacha procedente de múltiples parcelas?
- El concurso Grenaches du Monde nació en otra gran tierra de garnacha, el Rosellón: ¿qué cree que aporta este evento itinerante dedicado a esta variedad de uva?
En un momento en el que la información prima sobre la formación, en el que el flujo de datos y los análisis de opiniones inundan el sector, es bueno, una vez al año, suspender el tiempo y reunirnos, profesionales, prescriptores, periodistas, consumidores... para compartir nuestras experiencias, nuestras visiones y, por supuesto, nuestras emociones.
Grenaches du Monde es la materialización de esta "suspensión" del tiempo en la que, tras la cata, llega el momento de la reflexión. No estoy convencido que esto tuviera el mismo efecto si se tratara de una variedad de uva "actora" de la globalización... Grenaches du Monde da sentido al movimiento de "rehabilitación" de la garnacha iniciado a principios de los años 2000 por los comités Slow Food en el Rosellón, Tarragona y Châteauneuf-du-Pape. Da sentido porque actúa como interfaz entre productores y consumidores. El consumidor, que no es especialista en enología, necesita puntos de referencia, y estoy convencido que Grenaches du Monde tiene esa capacidad de formar e informar al consumidor que quiere saber más sobre la inmensa riqueza de esta variedad emblemática de la viticultura mediterránea.
- Este evento se caracteriza por la colaboración entre las regiones productoras: ¿cómo explica este logro?
Las regiones en las que predomina la garnacha, con algunas excepciones, se sitúan alrededor del Mediterráneo. Todos tenemos en común, si no una lengua, al menos una historia y una cultura que puede remontarse a la llegada de los colonos griegos de Focea cerca de la desembocadura del Ródano en el año 600 a.C.
Desde entonces, los intercambios comerciales, las conquistas, la construcción de las vías romanas y el desarrollo de la Iglesia católica han llevado a la vid a conquistar nuestras regiones, luego nuestros respectivos países, y en medio de este burbujeo vitícola, han surgido variedades de uva más adaptables que otras, como la garnacha, que nos une hoy, en nuestras diferencias, en las múltiples expresiones de nuestros terruños y gastronomías: Actúa como un poderoso vínculo, surgido de las fuerzas de la tierra y de la luz.
- Por último, ¿algún flechazo, vino o región que Grenaches du Monde le haya hecho descubrir?
Gracias a las Jornadas Internacionales de la Garnacha, la primera de las cuales se celebró hace apenas veinte años en Perpiñán, luego en Châteauneuf-du-Pape y Tarragona antes de volver a Collioure, tuvimos la oportunidad de visitar muchas regiones productoras de garnacha. Por lo tanto, mis recuerdos son numerosos.
Por supuesto, puedo hablar de la grandeza de Banyuls, de la belleza de Maury, de las cosechas especulativas del Priorat y de la sinceridad de las garnachas procedentes de cepas plantadas entre los olivos del Montsant y la Terra Alta. Pero también debo mencionar el Minervois salvaje, el poderoso Rasteau y el incomparable color de Tavel.
Terminaré con los grandes recuerdos que tengo de los recientes viajes a Cerdeña, donde descubrí no sólo otras expresiones de garnacha, sino también un territorio interior no afectado por el turismo de masas, un país rural, rico en tradiciones, áspero y sincero al mismo tiempo. He visto vides prefiloxéricas.... Vi la historia, el mundo de antes.... Que algunos perpetúan para salvaguardar un patrimonio genético amenazado de extinción... y que se encuentra en unos pocos viñedos privilegiados de este inmenso y lejano país que es Australia. Lejano, pero ligado a nuestra historia por las antiguas garnachas que han prosperado allí durante muchas décadas.